Skip to main content

Dicen que IsLABentura ha terminado. Dicen. Porque yo todavía no lo proceso. Tampoco lo vivido estos meses. Descubrí que mi abuela Candelaria había sido piquete en las huelgas de aparceras, aprendí que el pueblo canario cuando se une consigue lo que se proponga y, sobre todo, que no hay mayor yugo que el que nos ponemos nosotras mismas.

También he conseguido aceptar lo que no me gusta de esta industria y escribir sin pensar mucho en ella, de hecho, solo he tenido presente a mis abuelas y a las abuelas de mis amigas. Así es como he escrito por primera vez sintiéndome libre, sin preocuparme por los géneros, ni los estilos, ni los giros argumentales. Simplemente queriendo ser fiel al compromiso que adquirí con esta historia.

Quizás mi próximo guion tenga cara de berberecho o sea infinito como la bolsa de Doraemon, la verdad es que no lo sé, pero ojalá volver a estar tan bien acompañada como lo he estado en esta ocasión. Siempre digo que compartir un vino une más que cuatro reuniones online y no es por hacer apología del vino, pero cuánto nos hemos unido y cuánto me van a hacer falta estas trece personas que me acompañaron.