
Voy a aprovechar esta última entrada del proceso para hacer una confesión, porque nunca se me ha dado demasiado bien verbalizar mis sentimientos (soy un poco Chandler para eso). Así que perdón de antemano por lo largo que pueda quedar, y por la diabetes que pueda producir entre los presentes. Solo me consuela pensar que esto prácticamente lo leerán las partes implicadas y el padre de Sara. Así que allá vamos.
Llevo media vida remando a contracorriente en el río de mi inseguridad. Soy una persona introvertida y melancólica, qué le vamos a hacer, y dar continuos volantazos vitales, teniendo la sensación de estar continuamente empezando cada etapa desde cero, tampoco ha ayudado a mitigar esa corriente. Me pasó con biología, me pasó con el mundo empresarial y, por supuesto, me pasó con el guion cuando, hace apenas seis años, decidí dejarlo todo y liarme la manta a la cabeza para perseguir los sueños de un chiflado.
Y, después de seis años, y con la cuarentena vital cada vez más cerca, estaba a punto de tirar la toalla, por un millón de razones diferentes.
Pero que seleccionaran mi proyecto para Islabentura Canarias, ha supuesto un verdadero vuelco en mi vida, porque ha conseguido que empiece a creerme, de verdad, que a lo mejor no estaba tan chiflado.
No es fácil lanzarse de cabeza al complicado mundo del guion, tan tarde y viniendo de lugares tan ajenos. Es inevitable que el síndrome del impostor comience a llamar a tu puerta a la mínima de cambio. Y, cuando esto pasa, trato de suplirlo volcándome hasta el desmayo en eso que me hace sentir terriblemente inseguro; no dejar ni un fleco suelto, supliendo la inseguridad, en este caso, con horas de teclado.
Como era de esperar, a la euforia inicial le siguieron las dudas de no estar a la altura de lo que estaba por venir. ¿Qué hacía yo, que llevaba quince minutos en esto, compartiendo espacio con creadores y creadoras que tenían tanto a las espaldas? Reconozco que pasé muchas horas dando vueltas en la cama sin poder coger el sueño, pensando en lo que Islabentura me tendría preparado.
Pero mis miedos quedaron fulminados la primera noche que conocí a esas trece personas que compartirían conmigo una aventura inolvidable, y a los siete tutores que nos guiarían en la odisea, y al maravilloso equipo de Islabentura Canarias que pondría orden y cabeza para que saliese todo a pedir de boca. Daba igual el millón de razones intrusivas que me decían que esta lucha no merecía la pena o que no valía para esto; había descubierto mis trece razones (y unas cuantas más) para seguir batallando por mis sueños.
No sé qué clase de hechizo de Raziel —aquella mágica anciana que llamaba idiota a Willow con toda la razón del mundo— influyó en nosotros cuando nos conocimos, pero lo cierto es que, desde el primer momento —y quizás ayudados por otras «Brujas» un poco más terrenales— la cohesión del grupo se dio prácticamente por supuesta. Es algo que no ha hecho más que reforzarse con cada
encuentro y con cada desafío, hasta el día en el que escribo estas líneas. Y tengo la sensación de que nos acompañará toda la vida.
El último de esos desafíos fue la semana de presentación de los proyectos; aquel temido proceso de pitch con el que apenas había tenido contacto antes, pero que aunaba dos de mis peores temores: saber transmitir el amor que sentía por mi proyecto, y hacerlo delante de un mogollón de gente.
Tenía miles de razones para tenerle miedo a ese momento, y muchas de ellas, seguramente imaginarias. Aunque estaban tan enquistadas —y ahí siguen muchas de ellas— que era imposible disociarlas de la realidad. Pero, cuando cogí el micrófono y empecé a hablar, dejó de importar cualquiera de ellas; porque mis trece razones (y unas cuantas más) estaban sonriéndome entre el público.
Da igual lo que dijese, o lo que me olvidase de decir, la euforia de sentirse arropado por tanta gente increíble y la sensación de que aquello era el fin de un camino, me calaron hasta los huesos.
Llegar hasta ahí habiendo tenido la oportunidad de aprender tanto de estos amigos con los que comparto profesión ya era más que suficiente. Como alimentar las calderas de mis esperanzas con un centenar de aquellos troncos rojos que Doc utilizaba para darle impulso extra al tren de Regreso al Futuro. Con eso me daba por satisfecho.
Pero entonces, llegó un premio completamente inesperado en forma de mención especial, y que aún sigo sin creerme. Fue tan imprevisto, que, cuando subí a aquel escenario que no había pisado ni en el pitch, me quedé sin saber lo que decir y me olvidé de agradecer su apoyo a quienes más se merecían mi absoluta gratitud. Por eso quiero aprovechar esta última entrada para quitarme la única espinita que se me ha quedado clavada en Islabentura Canarias: darles las gracias a esas trece razones, y a unas cuantas más. Porque, sin saberlo, eran las que necesitaba para no haber tirado la toalla tan solo seis meses atrás.
- A Javi, por tu sentido del humor y por contagiarnos su amor por la música y las buenas historias. Por ejercer de líder y pegamento cuando más lo necesitábamos, en busca de inspiración, ganas, o hielo a las doce de la noche en medio de ninguna parte. Sacar adelante un proyecto como el tuyo, con tantas dificultades a tus espaldas, demuestra tu capacidad de resolución. Eso es calidad Y cantidad, y vale mucho en esta vida, así que no lo pierdas nunca. Deseando quedarme a vivir en ese Supermercado en Tigaday.
- A Diana, por tu humildad y tu predisposición. Por tomarse el tiempo de echarme un cable cuando no tenía claro por dónde tirar mi historia, a pesar de estar tú también con el agua al cuello. Y por hacerlo siempre con una sonrisa. Me encanta haber conocido a alguien que tiene el mismo gusto por las comedias indies que no son «comedias». ¡Ah! Y estoy de acuerdo con Javi en que eres de las personas más graciosas de Twitter, y de la vida en general. No veas lo que disfruté con lo que pude leer de Ucanca. Ansioso por echarle el guante a la versión definitiva.
- A Marina, por tu apoyo y tu autenticidad. Cuando escuchas, lo haces con todos los sentidos y eso es un fiel reflejo de tu enorme calidad humana; ya sea hablando de plantas autóctonas de El Teide o compartiendo impresiones de guion a las tres de la mañana en la puerta del garito más surrealista de La Palma. Y ya ni hablemos del historión que te has echado a las espaldas con Aniagua, rompiendo, con talento, todos los palos en las ruedas. Que sepas que decirme que soy como Ignatius Farray, pero en tranquilo, es lo más bonito que me han dicho nunca.
- A Servando, por esa filosofía de vida y ese puntito de ironía con el que me siento tan identificado; y por tu capacidad tan especial de afrontar los retos que se te ponen por delante, como el mismísimo Anthony Farrar de tu tremenda serie. Porque cuando te ríes lo haces con todo el cuerpo y en silencio; y es tremendamente contagioso. Por tu violín y tus chascarrillos involuntarios cuando menos te lo esperas, que demuestran lo p*** amo que eres, aunque a veces te cueste creerlo. Ya me encargaré de recordártelo en cuanto tenga ocasión.
- A Daute, por esa espontaneidad tan entrañable, y por regalarnos el vigor de la juventud, aunque a según qué horas rezongases como un jubilado en medio de una Rave. Tener tantas cosas entre manos y haber conseguido tanto con tu edad, manteniendo los pies en la tierra, dice muchísimo de ti. Si defiendes una serie de la envergadura de Datana como defiendes el gofio y los champiñones rellenos con salsa de mango, tienes el futuro asegurado en esta industria.
- A Almudena, por mostrarme esa fuerza necesaria para defender aquello en lo que crees con toda el alma y por hacerlo con tantas tablas. Ojalá tenga yo algún día la mitad de tu capacidad para implicar a cualquiera en la historia que estás contando. Estoy seguro de que serías capaz de vender una nevera a un esquimal si amases de verdad esa nevera. El mundo necesita más tías con tus ovarios y que Pagar el Cubierto sea una realidad.
- A Sara, por tu dulzura y tu visión mágica del mundo. Escuchándote hablar de La Maestra Roja, dan ganas de volver a ser niño y quedarte acurrucado en su universo. Y eso solo es posible gracias a la enorme bondad que transmites. No te haces a la idea de lo mucho que te necesita nuestro mundo, donde demasiadas veces las sombras son más fuertes que las luces. Es tu mejor arma y tu mayor fortaleza, y estoy seguro de que te llevará a donde quieras llegar. (Nota para el padre de Sara: si has llegado hasta aquí, te mereces una estatua de oro en la Plaza del Cristo, por lo menos. Que sepas que aquí tienes un fan)
- A Juanjo, porque tienes la capacidad de decir la frase adecuada en el momento preciso y con un sentido del humor sutil, pero certero. Siempre me había visto a mí mismo como un observador impasible, pero me has robado el puesto con la elegancia de Lupin III. Algún día me contarás el secreto para defender el pitch con tanta tranquilidad, aunque estuvieses «cagado de miedo». Me alegro enormemente de haber tenido un compañero de isla tan crack. Menuda Banda nos hemos montado en un momento. ¡Larga vida al metal rock!
- A Laura Martel, por tu pasión al defender una historia tan difícil de contar y a la vez que llega tan adentro como la de Cruz. No es fácil explicar un proyecto tan duro, con conciencia y sin entrar en el melodrama. También por tu continua capacidad de trabajo y de superación. Siempre tienes la vista puesta en lo que no es justo y lo defiendes con uñas y dientes. Ya me gustaría a mí, que buena falta que me hace a veces. Mucho que aprender.
- A Laura Pérez por la paz que transmites, con esa mirada constante y esa sonrisa tranquila —que me perdone Silvio por parafrasearlo… ¿¡Ves lo que has conseguido, Javi!?—, que esconden una gran capacidad de tocar el alma humana con tus historias íntimas, personales y sinceras. Tienes una visión muy especial del mundo que te rodea y estoy deseando ver cómo coge forma en la gran pantalla con esas Especies Distintas.
- A Mercé, por enseñarnos a luchar por nuestros derechos sin perder de vista nuestros deberes, aunque trajeses por el camino de la amargura a nuestro Javi, cada vez que te perdía de vista. Eres nuestra sindicalista favorita y la voz de la sensatez. He aprendido más del mundillo audiovisual escuchándote hablar una tarde junto a Jordi, Marta y Diana, tumbados en la playa de Las Canteras, que en quince másteres homologados. Gracias por compartir ese humor inglés que me fascina y que destilas en Montar un Christie.
- A Carolina, por tu temple, por la parsimonia que transmites y por tener el valor de echarte a las espaldas un proyecto de ciencia ficción tan alucinante, complejo y con personajes tan creíbles, en un país en el que es tan difícil conseguir esa combinación. Te lo dice un apasionado a la ciencia ficción que quedó prendado de tu capítulo piloto. Espero que Non Trubada se haga pronto realidad, porque estoy seguro que marcará un antes y un después en el género.
- A Nuria, por tus consejos, por tu salero, y por la pasión que transmites cuando hablas de lo que te gusta. Conozco a poca gente que disfrute tanto de misterios y policiacos, de libros y de podcast; lo haces de una forma que dan ganas de correr a la librería más cercana y arrasar con las estanterías. Ya te lo dije en su momento, pero te lo repito ahora: las imágenes y el ritmo que eres capaz de evocar en Sotavento por tus descripciones y por cómo transmites una atmósfera con cuatro pinceladas, son alucinantes.
- A Lola Mayo, mi querida tutora, por tu humildad y tu buen talante, quería agradecerte especialmente el haber sido mi guía en todos estos meses. Por saber entender lo que quería contar en mi película y tratarlo con tanto respeto. Por darme los apuntes precisos cuando estaba bloqueado y saber exactamente lo que necesitaba mantener, y por aconsejarme con acierto en aquello de lo que tenía que desenamorarme para que la película creciese. Nunca me perdonaré el haberme quedado clavado en ese escenario sin saber qué decir, sin agradecerte un premio que era en parte tuyo. Cosas del directo y el pánico escénico. Te lo compensaré con creces.
- Y, por último, pero no menos importante, a María José, a Lorena y a Natacha, nuestras tres hechiceras favoritas, y a todo el equipo que tienen detrás. Juntas han conseguido un vínculo mágico entre catorce personas de lo más dispares, con proyectos igual de diferentes. Gracias por el cariño incondicional, por velar para que no descarrilásemos, por APOSTAR con mayúsculas por la creatividad hecha en Canarias, por y para el mundo, contra viento y marea, y a pesar de un sinfín de injusticias y dificultades. El cine y la televisión se merecen que Islabentura Canarias exista en este y en todos los universos paralelos. Ustedes han conseguido que un laboratorio de guion se convierta en nuestra zona de confort, en nuestra casa. Una casa que llevaremos siempre encima como cangrejos ermitaños a los que nunca se les quedará pequeña. Sin ustedes, la mitad se hubiese quedado por el camino, literalmente. No por nada dramático, sino por todas esas veces que arrancamos la guagua sin alguno. Perdón por ser tan desastritos. Gracias por todo, gracias por siempre.
Ahora que acabo de cumplir cuarenta años —¿puede haber mejor regalo que esta experiencia?—, estoy un poquito más convencido de que no estaba tan chiflado cuando decidí liarme la manta a la cabeza y en gran parte es por esas trece mágicas razones (y unas cuantas más). Seguro que se me quedan muchas otras en el tintero, ruego me perdonen. Pero como siga escribiendo, María José me mata y seguro que llegamos tarde a algún taller de formación.
Muchas gracias por la experiencia y perdón por semejante testamento, padre de Sara. Las quejas, a María José, que es la responsable de que abramos nuestro corazón de esta manera.
Nos veremos nuevamente en el camino, familia. Larga vida a Islabentura Canarias.